Desde la India, pasando por Estados Unidos y llegando a Birmania entre otras naciones la brujeria esta tan arraigada a la sociedad como cualquier otra practica social. En la India, algunas tribus y miembros de las castas más bajas acuden con frecuencia a los brujos y hechiceros. Incluso los hindúes de castas altas pueden llegar a recurrir a ellos en tiempos de sequía o hambruna. En Birmania, Indonesia y otras partes de Asia, los brujos constituyen una parte importante de la vida cotidiana. La brujería está extendida por toda África. El vudú de Haití y los hechiceros en otros países latinoamericanos son otra forma de brujería, al igual que los cultos al demonio en las Islas Salomón y en las islas Nuevas Hébridas.
En Estados Unidos, la creencia en la brujería permanece entre los habitantes de las montañas del sur y otros grupos relativamente aislados. Hasta hace poco tiempo el brujo o echador de mal de ojo era muy temido en determinadas zonas de Pennsylvania, y los granjeros pintaban signos específicos en sus graneros para preservarlos de los desastres inducidos por ellos. Incluso en las grandes ciudades todavía es posible encontrar personas que creen en el mal de ojo y otros poderes de la brujería.
En los últimos años se ha incrementado el interés general por varios tipos de ocultismo. Se han publicado muchos libros sobre brujería y astrología, y aparecen personas en Europa y Estados Unidos que se consideran brujos. La aparición de formas modernas de brujería, que suelen denominarse Wicca (que viene de la antigua palabra inglesa wicce, que significa ‘brujo’), podría atribuirse a la influencia de varios escritores de culto y antropólogos de comienzos del siglo XX, además del creciente interés por formas alternativas de expresión religiosa. Similares en ceremonial y organización a la descripción de los cultos diabólicos de los brujos, las organizaciones de Wicca no entran en el culto al demonio ni realizan prácticas dañinas. Algunos expertos consideran la brujería moderna como un culto a la fertilidad, pero en general las frecuentes diferencias metodológicas y filosóficas entre los grupos hacen difícil una generalización.